sábado, 22 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El sirviente y la princesa"

He pensado: ¿Por qué es tan dificil... TODO?

El sirviente ya no aguantaba más. Había ocultado su amor por la princesa durante mucho tiempo, durante una semana, durante dos... En total, durante varios años. Ya no podía esconder eso que palpitaba tan fuerte en su interior. Muchas veces se sorprendió mirándola fijamente, como admirando su belleza. Y no sólo él se sorprendía, también sus compañeros lo notaban, hecho que más de una vez le puso en un apuro...

Si dijera que algo cambió un día, mentiría. El sirviente pensó que algo cambió cuando fortuitamente, su mirada se cruzó con la de la princesa y esta le dedicó una sonrisa. Una sonrisa sólo para él, una sonrisa que le pretenecía y que guardaría en lo más hondo de sí como su más preciado tesoro, pues así era.

Y a partir de ese momento el sirviente empezó a sufrir más que nunca, pues la princesa se aficionó a sonreirle cada vez que lo veía, llegó a pensar, durante una décima de segundo que duró días, que la princesa lo quería, que lo amaba desde aquella sonrisa. Pero, ¿cómo no iba a creerlo? ¡Si hasta una vez la princesa se dignó a hablarle! Pero su parte sensata(que no era muy significativa) sabía que todo se lo había creado él, que él se había inventado todo eso para no hacerse daño, pero por haberlo hecho estaba sufriendo más que antes, cuando sólo la observaba durante minutos enteros, para luego recordar, con una sonrisa, cada centímetro de piel, tanto los que había observado como los que imaginaba.

Fue entonces cuando decidió marcharse. Ya no tenía nada que hacer allí. Se había dado cuenta de que era imposible y creyó que debía escapar. Pero no podía irse sin más, necesitaba que ella lo echara, que no quisiera acordarse de él nunca más, pues así su sufrimiento acabaría(o eso pensaba). En la cena, el sirviente fingió tropezarse y, ¡plaf! el postre "se lo derramó" encima a la princesa. Él no era tonto, y aprovechó ese momento en que estaría tan cerca de ella para rozarle una mejilla, con todo el barullo la princesa no se daría cuenta y él tendría un último recuerdo cuando se fuera.

La princesa lo desterró al instante, pero él ya había cumplido su objetivo y partió hacia lejanas tierras intentando olvidar a esa princesa, que era reina de su corazón.

El sirviente aún se arrepiente de haberse marchado, pero sabe que no hay solución

Si se lo hubiera pensado un poco mejor...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Pero... cómo querría a una mujer así? Que lo destierra unicamente por un "fallo"... Sí, por lo menos había conseguido su objetivo...pero... Es ilógico.
Aunque el amor es ciego...
no cuadra...menuda princesa.

S.