miércoles, 26 de agosto de 2009

El pasillo

"¿Hay alguien ahí?"

La pregunta resonó en la oscuridad y atravesó el gran pasillo que se alzaba delante de sus propios ojos. Un enorme pasillo completamente oscuro del que se podía distinguir una pequeña luz al fondo, brevemente visible debido a la lejanía en la que se encontraba.

"¿Alguien me ayuda a salir de aquí?" -siguió insistiendo pese a nula respuesta.

Decidió armarse de valor y caminar por el oscuro pasillo. A su alrededor, en la oscuridad de veían reflejados fragmentos de su vida, personas a las que había conocido, chicas a las que había amado en su momento, familiares, los momentos más felices de su vida...y por supuesto los malos momentos.

Aquellas personas a las que no había hecho caso, a aquellas personas a las que tanto había defraudado, y a aquellas a las que no llegó a conocer pero que siempre supo que podía haberse sentido genial con ellas.

Había pasado por tantas cosas....¿cómo había llegado hasta esa situación?

De repente, sin explicación aparente, las paredes empezaron a cerrarse, un misterioso muro apareció detrás del chaval creando una especie de cubo que estaba a punto de cerrarse. Las paredes se movían, y la única esperanza de vivir parecía la de correr hacia la luz.

El chaval se dirigía toda velocidad hacia la luz, mientras las amenazadoras paredes se cerraban a gran velocidad. Parecía una batalla perdida, puesto que la luz aún se encontraba lejos. Voces de las personas a las que vio reflejadas en las paradas empezaron a hablarle al chico, suplicando que volviera, llorando, y lamentándose de su pérdida.

"¡Por favor, aún no ha lllegado mi hora! ¡Todavía no! ¡Por favor!" -gritaba incesante el chaval mientras las paredes parecían apresarle. Con un grito, sus ojos se acabaron cerrando.

Despertó en el asfalto. "¿Estás bien? ¿Estás herido?", respondió el conductor del vehículo que le había atropellado por accidente.

Casi sobresaltado, el chaval miró al hombre desde el suelo y dijo: "Estoy bien. Aún tengo cosas por hacer"

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