lunes, 31 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El dibujante"

Aquel dibujante era uno más del montón. Mentira, era de los de debajo del montón, él no tenía talento para el dibujo. Lo sabía, pero nunca afectó lo más mínimo a su carrera. Porque nunca tuvo carrera. Él simplemente se sentaba a dibujar, sin darle mayor importancia. Excepto cuando intentaba realizar lo que el llamaba "una gran obra".

Se sentaba, ordenaba sus colores (esparcidos por la mesa, para que durante el tiempo que buscaba alguno de ellos le diera tiempo de cambiar de opinión), y ponía todo su empeño. Más empeño que el de un joven en su primer empleo. Más aún que el empeño que pone un niño intentando no salirse del contorno de su dibujo.

Nunca triunfó. Lo sabía y por eso nunca se hundió, siempre enseñaba sus obras sin tener en cuenta colores, sombras, matices y demás... Él mostraba sus dibujos y decía simplemente: "3 horas" o "5 minutos", según el tiempo que empleaba.

Y se cansó. No aguantaba más esos dibujos de niño de parbulario que con tanto esmero había hecho, sin éxito. Ese cuaderno azul había sido su forma de desahogo, de entretenimiento, de evasión... Sin haberle servido para nada, sin haber siquiera mejorado su dibujo... Tiempo perdido para nada, nada, nada...

Arrancó todos y cada uno de sus garabatos (si es que llegaban a esa categoría). Siempre lo hacía igual: Despegaba una sola hoja, le dedicaba una mirada, deteniéndose un segundo en el grabado con el tiempo empleado; arrugaba el papel y lo tiraba por la ventana, sin mirar si estaba abierta. Así estuvo 27 minutos (el tiempo era muy importante para él, y lo llevaba con mucha exactitud).

Terminó y miró al techo, porque no podía mirar al cielo. Abrió los brazos y gritó: ADIÓS!
Cuando bajo la vista, vio todo el montón de papeles tirados en el suelo. Eran sus dibujos. La ventana estaba CERRADA.

Qué difícil es separarse de una vida, aun cuando quieres empezar otra...

sábado, 29 de agosto de 2009

Recuerdos

Corría el año 2002. Él tendría unos 12 años. Eran las vacaciones de verano y su clase había ido de campamento al monte. El lugar era tranquilo y agradable, exceptuando los típicos problemas de pandillas en estos campamentos, del infernal frío que hacía y, en opinión del chaval, el hecho de que las chicas fueran apartadas de los chicos teniendolas en el campamento de al lado.

Por lo demás, el sitio era perfecto, quizá demasiado, y sería ahí donde pasaría sus últimos días con sus compañeros de clase con los que llevaba desde pequeño, ya que ese era su último año en este colegio.

Sus padres se mudaban, y por consecuente él tambien. Cambiaría de casa, de colegio, de amigos....de vida.

Ahora se encontraba en ese lugar, con un amigo suyo, los dos sentados delante de las pequeñas casas en las que dormían. Los dos sentados contemplando el paisaje, y fue en ese momento cuando surgió la conversación, el otro chaval dijo:

"Oye, ¿crees que siempre seguiremos siendo amigos? ¿Crees que seguiremos viéndonos en el futuro y que seguiremos siendo tan amigos como siempre?" El chico se gira para mirarle, y con una expresión que reflejaba felicidad y tristeza al mismo tiempo respondió.
"¡Claro que seguiremos siendo amigos! Siempre seguiremos viviendo aventuras juntos. Nada cambiará"

Poco después de eso el chaval se dirigía hacia las pequeñas casas, se encontraba un poco lejos debido a que había estado explorando un poco el lugar. Y de repente, como salida de la nada, apareció una chica, de su misma edad, es más la recordaba ya que había estado en su misma clase el año anterior.

La chica se dirigió hacia él, y con un gesto tímido habló, y lo que surgió de sus labios se le quedaría al chaval en la mente eternamente:

"Te quiero. Siempre te he querido" -Dijo la chica que, segundos después, se acercó a él y rápidamente le dio un beso. Se fue corriendo y el chaval, aún sorprendido, no mencionó ninguna palabra. Había sido el mejor momento de su vida, y nunca se le iba a olvidar.

Pequeñas lágrimas cayeron de sus ojos, había vivido muchas cosas, pero ahora viviría otras nuevas.

Lo cierto es que al cabo de unos años el chaval perdió todo contacto con sus viejos amigos, jamás llegó a encontrar a la chica que le dijo lo que sentía por él en su último día.

Y era irónico al fin y al cabo, puesto que...a pesar de todo, nadie supo hasta que se llegó a ir completamente, que aquel sería el último día de clase de aquel chico tan callado, que jamás volverían a ver.

miércoles, 26 de agosto de 2009

El pasillo

"¿Hay alguien ahí?"

La pregunta resonó en la oscuridad y atravesó el gran pasillo que se alzaba delante de sus propios ojos. Un enorme pasillo completamente oscuro del que se podía distinguir una pequeña luz al fondo, brevemente visible debido a la lejanía en la que se encontraba.

"¿Alguien me ayuda a salir de aquí?" -siguió insistiendo pese a nula respuesta.

Decidió armarse de valor y caminar por el oscuro pasillo. A su alrededor, en la oscuridad de veían reflejados fragmentos de su vida, personas a las que había conocido, chicas a las que había amado en su momento, familiares, los momentos más felices de su vida...y por supuesto los malos momentos.

Aquellas personas a las que no había hecho caso, a aquellas personas a las que tanto había defraudado, y a aquellas a las que no llegó a conocer pero que siempre supo que podía haberse sentido genial con ellas.

Había pasado por tantas cosas....¿cómo había llegado hasta esa situación?

De repente, sin explicación aparente, las paredes empezaron a cerrarse, un misterioso muro apareció detrás del chaval creando una especie de cubo que estaba a punto de cerrarse. Las paredes se movían, y la única esperanza de vivir parecía la de correr hacia la luz.

El chaval se dirigía toda velocidad hacia la luz, mientras las amenazadoras paredes se cerraban a gran velocidad. Parecía una batalla perdida, puesto que la luz aún se encontraba lejos. Voces de las personas a las que vio reflejadas en las paradas empezaron a hablarle al chico, suplicando que volviera, llorando, y lamentándose de su pérdida.

"¡Por favor, aún no ha lllegado mi hora! ¡Todavía no! ¡Por favor!" -gritaba incesante el chaval mientras las paredes parecían apresarle. Con un grito, sus ojos se acabaron cerrando.

Despertó en el asfalto. "¿Estás bien? ¿Estás herido?", respondió el conductor del vehículo que le había atropellado por accidente.

Casi sobresaltado, el chaval miró al hombre desde el suelo y dijo: "Estoy bien. Aún tengo cosas por hacer"

martes, 25 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El caminante"

Cuenta la leyenda, la historia, el mito, el cuento, o como quieran llamarlo, que existió un camino. Un camino tan largo, tan ancho y tan concurrido, que toda la humanidad cabía en él y, de hecho, todos hemos pasado alguna vez por él.

Los humanos, por naturaleza, recurren a la unión: algunos para fortalecerse, otros para sobrevivir y otros porque simplemente no le quedaba más remedio. Y en ese grupo se encuentra nuestro compañero de viaje (o eso cree el...), del que contaré esta historia.

Caminaba, caminaba, caminaba, nunca hacia delante, pero siempre avanzaba. El resto, tenía extrañas reacciones: unos simplemente miraban, otros ni eso, algunos reían e incluso había quien quería hacerlo como él, pero se aburrían a los 2 o 3 pasos y lo dejaban. Nuestro caminante no lo entendía, ¿cómo conseguían andar siempre hacia delante? ¿Y los pájaros? ¿Y las piedras? ¿Acaso no oían ellos cómo los llamaban? Los pájaros pedían que cantaran con ellos y las piedras, las piedras rogaban que las lanzasen lo más lejos posible, para después recogerlas y volver a empezar, aunque no siempre era así. Es más, nunca era igual.

El horizonte se tornó muy muy extraño... ¿Era aquello un cruce? Sí, ¡y qué cruce! Era mucho mayor que los que existían en el pueblo, aún mayores que los de la ciudad. ¿Cuantas salidas? ¿Solo os interesan los números? Pues no lo sé, serían al menos... 3, 4 o hasta 5, no lo sé, yo no estaba allí. Pero eso no era lo más extraño de ese cruce, lo más raro era que ahí acababa el camino y debías emprender otro, nunca parabas y nunca retrocedías.

Nada más verlo, todos aquellos que caminaban rectos, siempre hacia adelante, se pusieron nerviosos, empezaron a pensar a dónde debían ir y, aunque algunos acertaron, todos terminaron cogiendo el camino equivocado. El camino que querían, pero el equivocado.

El caminante, en cambio, iba tan distraído dándole patadas a una de esas piedras tan juguetonas, que llegó al cruce, levanto la mirada y, para la sorpresa de los que iban detrás, le dio una última patada a la piedra, sin mirar, para que ella decidiera a dónde debía ir...


El camino no es acertado, eres tú quien hace que sea así. Aun así, si lo haces a suerte, no lo hagas con cara o cruz, un dado es mejor, te da más posibilidades de perder...

domingo, 23 de agosto de 2009

Tabula Rasa

Él solía escribir, de hecho era lo que mejor se le daba hacer. Aunque él nunca lo reconocía. Mientras escuchaba a los demás hablando acerca de sus problemas y de sus vidas, él miraba hacia otro lado, como si su mente no estubiera situada en aquel lugar precisamente.

Su mente viajaba a otra parte y le desconectaba completamente de todo lo que hubiera a su alrededor.

"¿Estas bien?" -Le preguntaba uno.
"Sí, sólo estoy...pensando" -Respondía él.

Su mente generaba todo tipo de historias fantásticas e increíbles, sin embargo, los últimos meses las historias eran tristes, llenas de sufrimiento y dolor.

Nunca le había mostrado al mundo su talento. Nunca supo por qué nunca quizo mostrarle a nadie lo que escribía.

Quizá fuera porque no quería que nadie pudiera entrar en su mente...

Ahora se encontraba sentado en una roca de una playa cualquiera, de hecho la playa estaba bastante escondida y pocos conocían de su existencia, pero él la usaba para relajarse, y desconectar tanto del mundo como de las personas en general.

Llevaba unos días terribles, y las historias que salían de su cabeza no eran del estilo que escriben las personas de su edad. Recordó cómo una de las pocas historias que salieron de su interior la acabó publicando en internet.

Esa historia significó tanto para él, pero en cierto modo supo que nunca acabaría siendo leída por nadie, porque a nadie le importaba lo que pensara él.

Se dejó caer de la roca y llegó hasta la oscura arena, su cara estaba de cara a ella. Ya nada parecía tener sentido, y seguir escribiendo parecía ser algo inútil.

El sonido de su móvil le sobresaltó, era un mensaje: "Me encantó la historia que escribiste. Sin duda ese día estabas inspirado. ¿De verdad es tuya?"

Volvió a ojear el mensaje, esbozó una pequeña sonrisa de sus labios, y dejó caer una lágrima.

Era hora de empezar desde cero y de seguir adelante...

sábado, 22 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El sirviente y la princesa"

He pensado: ¿Por qué es tan dificil... TODO?

El sirviente ya no aguantaba más. Había ocultado su amor por la princesa durante mucho tiempo, durante una semana, durante dos... En total, durante varios años. Ya no podía esconder eso que palpitaba tan fuerte en su interior. Muchas veces se sorprendió mirándola fijamente, como admirando su belleza. Y no sólo él se sorprendía, también sus compañeros lo notaban, hecho que más de una vez le puso en un apuro...

Si dijera que algo cambió un día, mentiría. El sirviente pensó que algo cambió cuando fortuitamente, su mirada se cruzó con la de la princesa y esta le dedicó una sonrisa. Una sonrisa sólo para él, una sonrisa que le pretenecía y que guardaría en lo más hondo de sí como su más preciado tesoro, pues así era.

Y a partir de ese momento el sirviente empezó a sufrir más que nunca, pues la princesa se aficionó a sonreirle cada vez que lo veía, llegó a pensar, durante una décima de segundo que duró días, que la princesa lo quería, que lo amaba desde aquella sonrisa. Pero, ¿cómo no iba a creerlo? ¡Si hasta una vez la princesa se dignó a hablarle! Pero su parte sensata(que no era muy significativa) sabía que todo se lo había creado él, que él se había inventado todo eso para no hacerse daño, pero por haberlo hecho estaba sufriendo más que antes, cuando sólo la observaba durante minutos enteros, para luego recordar, con una sonrisa, cada centímetro de piel, tanto los que había observado como los que imaginaba.

Fue entonces cuando decidió marcharse. Ya no tenía nada que hacer allí. Se había dado cuenta de que era imposible y creyó que debía escapar. Pero no podía irse sin más, necesitaba que ella lo echara, que no quisiera acordarse de él nunca más, pues así su sufrimiento acabaría(o eso pensaba). En la cena, el sirviente fingió tropezarse y, ¡plaf! el postre "se lo derramó" encima a la princesa. Él no era tonto, y aprovechó ese momento en que estaría tan cerca de ella para rozarle una mejilla, con todo el barullo la princesa no se daría cuenta y él tendría un último recuerdo cuando se fuera.

La princesa lo desterró al instante, pero él ya había cumplido su objetivo y partió hacia lejanas tierras intentando olvidar a esa princesa, que era reina de su corazón.

El sirviente aún se arrepiente de haberse marchado, pero sabe que no hay solución

Si se lo hubiera pensado un poco mejor...

domingo, 16 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El hablante"

Cuenta que existió en una aldea, de esas que son tan pequeñas que ocupan todo el mundo, un hablante. Sí, su profesión nadie la sabía. Quizás se dedicaba solo a hablar y era por eso por lo que era conocido como el hablador, nadie lo sabe...

Este hombre hablaba. Y no hablaba bajo, pues todos podían oírlo, pero no hablaba tan alto como para molestar a alguien(eso cuentan, no se lo crean todo). Él hablaba en el volumen perfecto para que todos los habitantes de su aldea(que era de esas tan pequeñas que ocupan todo el mundo) pudieran oírlo, aunque solo algunos lo escucharan.

Un día, alguien tocó en la puerta. Resultó ser una mujer, o eso parecía, cubierta totalmente por un velo negro que más tarde supo que se llamaba anonimato.

Esa mujer le hablo, lo hizo con la voz más dulce que nunca oyó y que quizás no volvería a oír, y le dedicó unas palabras, palabras que aunque nadie recuerda qué decían, le llegaron muy adentro.

Entonces este hombre, que para nada era sabio, cometió un error del que se arrepintió desde el primer momento: se obsesionó con saber quién había debajo de ese velo.
Desde ese momento solo hablaba de ella, de lo que le había dicho(aunque no lo recordaba), de quién podía ser y animó a los pocos que le escuchaban(que en ese momento habían aumentado de número) a que especularan acerca de quién es... Incluso ofreció un premio por "su cabeza".

Pero un día volvió, tocó a su puerta. Seguía igual, excepto por que su velo estaba mojado, empapado de sus lágrimas. No le dijo nada, se limitó a mirarlo desde debajo de su velo.

Desde aquel momento nada fue igual para el hablador. Todavía le intrigaba(faltaría más) quién era ella, pero dejó de hablar de ello... Porque deseaba por encima de todo que volviera algún día.

Se dice que aún hoy lo visita de vez en cuando, no entra, se queda en la puerta y le habla. Lo que no sabe ella es que el hablador intenta ponerle una cara, y el muy ingenuo cree que muchas veces ha estado a punto de conseguirlo...

viernes, 14 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "Mudo"

Caminábamos juntos, cogidos de la mano. No se a dónde ibamos, de donde veníamos o porque estábamos cojidos de la mano, pues me resbalaba a cada momento y me sentía bien al perder su contacto, un segundo antes de echarla de menos...

-¿Va a ser siempre así? - preguntó.

(No respondí, no podía hacerlo...)

- ¿Por qué no contestas?- insistió

¿Cómo puedes preguntarlo? Tú sabes que pasó, sabes que me ocurrió, sabes mejor que nadie por qué ahora no puedo hablar... ¿Por qué tanta indiferencia?

-¿Tengo yo la culpa?

¿Finges no saberlo?¿O quizás no quieres admitirlo?¿No recuerdas que ocurrió?Pues bien, te lo contaré:
Mi lengua, esa lengua que tanto había hablado se partió por vez primera, la partiste tú, pero entonces se recuperó, pensé por un instante que podrías no volver a hacerle daño y eso bastó para recuperarse. Me equivocaba, volvió a partirse. Esta vez con más motivo, y ya no quedó nada, se acabó todo... Y lo peor es que apenas me importa, ¿o me importa demasiado como para escribirlo?

-Hay formas de comunicación no verbal - dijo con una sonrisa

Yo intentaba decirle por señas que esas formas las desconocía...

jueves, 13 de agosto de 2009

Nueva etapa

Hace casi dos años, en octubre de 2007, comenzaba mi andadura en el mundo blogger. No tenía experiencia más que las redacciones que me mandaban como tarea en el instituto, pero contaba con unas ganas tremendas de gritar al mundo cómo me sentía, aunque les costara enterderme.
De esta forma anduve sin pena ni gloria durante 7 meses, con poco más de 1500 visitas, de las cuales unas 250 eran propias, pues no atinaba con los gadgets, y tenía que probarlos una y otra vez...

Sin embargo a partir de junio leí algunas historias en un fotolog (http://www.fotolog.com/sweet_dreamer666) que me hicieron pensar, ¿por qué no hago yo algo de esto? Fue entoncés cuando comencé a escribir. Decidí crear una serie de relatos cortos, al que les busqué el nombre de "- Relatos del presente -". ¿Acertado el nombre? No lo sé, pero creo que ya es algo tarde para cambiarlo.

Por un golpe de suerte me vi arrastrado a unas geniales vacaciones en Finlandia. El blog, que por entonces ya llegaba a las 2000 visitas aproximadamente, no podía quedarse solo, así que acudí a mi amigo FATMAN para que hiciera las labores de sustituto.
Todo un éxito.
Su realismo puro y duro impactó en el público en el que no habían impactado mis historias, y en un par de meses después nos vimos de lleno en las 5000 visitas.

El tiempo fue curtiendo y depurando nuestra forma de escribir. Un año después de que llegara FATMAN hemos llegado a las 11.000 visitas, y creemos que ya es tiempo de nuevo, pero en serio. Sin perder nada de lo escrito, pues lo bonito es ver la evolución, pero deshaciéndonos de todas las actualizaciones basuras que inundaban el antiguo blog (http://punkono.blogspot.com).

Así surge Relatos y otros cuentos, un blog dedicado a nosotros mismos y a quienes nos quieran leer. Nunca viene mal leer historias de aficionado, y apuesto a que todos tenéis tiempo para eso.

Muchas gracias!

Escribidor.