jueves, 29 de octubre de 2009

-| Relatos del presente |- "Completamente casi solo"

-Y qué, ¿has ligado?
- Ligado? noooo
- Pues yo sí
- ¿Queeeeé?
- El sábado quedé con ella para ir al cine
-Pues yo me apunto, quiero conocerla
- No, no y no!! Ni de coña!!
- ¿Por qué no? Es normal que quiera conocerla, es tu novia no??
- Harás lo mismo que hiciste con el amigo que te presenté el otro día...
- ¿A eso consideras tu amigo? Un tío que cree que recorrer 3 kilómetros en skate es una hazaña no debería ser tu amigo, aunque si me dices que tus amigos del instituto dedican los recreos a decidir cuál es el super héroe mas fuerte pues...
- Eso fue un día, ¡un día!
- Vale, vale... ahora me dirás que eres un kinki no?? jajajajaja. Bueno, ¿el sábado a qué hora?
- ¡Que no vas a ir!
- Irás o a la sesión de las 6:10 o a la de las 8:3o. La verdad es que no tengo pensado hacer nada el sábado. Una vueltita de 3 horas por allí estaría bastante bien. A lo mejor hasta te veo (sonríe)

De esta manera se enteró de que se había quedado completamente casi solo...

Llegó el sábado.
Estaba demasiado deprimido como para ir al cine(aunque casi le puede la curiosidad). Se sentó frente a la tele y descubrió que estaban dando su serie favorita.. Se dio cuenta de que casi había sido escrita para él. Se levantó, y mientras daba vueltas a la habitación y se estrujaba la barbilla pensó: ¿Cambiará eso algo? Entonces sintió algo que no supo describir, pero que muchos dirían que era miedo. ¿Con quién pasaría ese par de horas de terapia donde podía ser TOTALMENTE sincero? Miedo, mucho miedo... Había logrado alejar a muchas personas, pero no a él... Necesitaba alguien con quien hablar, y no me refiero a hablar como hacen las vecinas, me refiero a hablar de verdad.
¿Y ahora? Ahora solo le quedaba esperar... Mañana sería el gran día, o pasado, o el siguiente o... ¿Existiría el día en el que lo probaría o se quedaría con la duda? (ya que un NO no era una respuesta válida, al menos para él)

jueves, 22 de octubre de 2009

-| Relatos del presente |- "La carta que nunca escribió"

Se levantó como una exhalación y comenzó a dar vueltas por toda la habitación. Siempre hacía eso cuando pensaba, y cuando esperaba algo, y cuando no tenia nada que hacer. Ese gesto significaba que su cabeza comenzaba a trabajar, a idear su siguiente fechoría, agresión u otro delito.
Él era un delincuente.

Por fin decidió qué hacer, y decidió lo que había previsto, lo que había pensado, lo que había preparado. Se sentó ante un papel en blanco, que no era un papel cualquiera. Era un papel de carta, algo más fino, el papel que usaba para las ocasiones especiales. Sí, pensó que esta era una ocasión especial, mientras daba vueltas a la habitación(justo en la 5ª vuelta) se le ocurrió que quizás este podía ser un evento que le marcaría, uno de los días más felices de su vida.
Un adiós definitivo.

Ya estaba sentado, con su mejor bolígrafo en la mano, y el mejor papel de carta en la mesa. Aunque sinceramente le hubiera gustado escribir en una servilleta de bar con un palo manchado en mierda. Pero no, ya le había concedido demasiadas oportunidades, y sabía que había aprovechado las suficientes. Papi y mami estarían al tanto de la carta y se reprimió de referirse a ellos con palabras malsonantes, mas era lo que mas deseaba en el mundo, pues...
No sería la primera vez que lo joden

Comenzó a escribir: "Querid...." No, no, y no. Una cosa era no pasarse y otra cosa era el cariño. Querido/a implicaba algo de cariño, y él no era hipócrita. Así que simplemente escribió su nombre. ¿Qué mas poner? Posó la barbilla en su mano derecha (siempre lo hacía cuando pensaba o cuando quería hacer pensar a la gente que estaba pensando). No le fue nada fácil, se levantó y regresó tras estar varios días dando vueltas a la habitación. Había dado más vueltas de las que podía contar cuando se le ocurrió: ¿Para qué escribir algo? ¿Para qué arriesgarse otra vez? ¿Ha cambiado? JA! No lo iba a hacer, dejaría la carta en blanco. Eso es lo que quería no? Una carta. Pues no escribiría nada en ella
Ella lo tergiversaba todo.

Ahora solo faltaba saber cómo despedirse. ¿Cómo poner todo lo que tenía dentro en una palabra de despedida? Adiós sonaba demasiado fácil. Hasta luego, no. Hasta luego significaba volver a verse, y eso era lo que menos quería. Volvió a levantarse, aunque esta vez, al contacto de sus pies con el suelo.... "Hasta nunca". Ya había terminado, la carta estaba totalmente "escrita" Era la carta que más tiempo había tardado en escribir. Esta era su carta:


Y al fin todo había terminado.

miércoles, 14 de octubre de 2009

-| Relatos del presente |- "Recaída"

Sentado, en una posición un tanto extraña, cualquiera diría que había muerto. Pero no, lo mismo que le causaba la muerte, lo llenaba de vida. Él tenía muy bien aprendido que el precio de la vida era la muerte. El precio de la vida, no de la felicidad. Ese siempre fue su gran error...

Llevaba meses sin probarlo, por eso se regocijó de camino a la esquina, a la de siempre. Le pillaba un poco lejos de su casa, pero eso le dio más fuerza. Mientras caminaba le daba sus últimos trazos a la ideacción: Llegaría, y sin saludar, pediría lo que quiere.
Así fue.

Ya tenía su vida y su muerte en las manos, sólo debía mantenerse lejos de cualquier policía, a ninguno le agrada que el viviera(eso pensaba), y menos que viviera necesitando eso...
Sin problemas llego al banco de siempre. Ese banco roto que compartía con otros como él, ese banco situado a la trasera del parque, ese banco que iba a verlo morir...

Había intentado evitar su muerte, intento dejarlo, pero tenía la sensación de que también estaba dejando su vida. Necesitaba hacerlo de nuevo. Quizás si no lo hacía no podía morir, pero sin hacerlo no estaba viviendo. Esta vez había puesto todo su empeño, toda su fuerza de voluntad y todos sus amigos(que en realidad solo era uno) en intentar vivir sin volver a hacerlo.

Pero allí estaba, inyectándose muerte y vida a la vez, fumando lo que el llamaba felicidad, y esnifando más y más falsa esperanza. Ese día consumió más de la cuenta, ese día se gastó todo en intentar vivir, y a la vez se estaba matando. "He vuelto a caer"-pensaba mientras recuerdos, y algo que no eran recuerdos le pasaban por delante, aunque en vano, pues la velocidad con la le pasaban las horas por delante lo mantuvo entretenido hasta el último aliento.

Sentado, en una posición un tanto extraña, cualquiera diría que había muerto. Y sí, lo mismo que lo llenaba de vida, le causó la muerte. Él tenía muy bien aprendido que el precio de la vida era la muerte. El precio de la vida, no de la felicidad. Ese siempre es el error que cuesta una vida...

lunes, 5 de octubre de 2009

Justicia

La noche es fría y tenebrosa. Son este tipo de noches las que me hacen sentir realmente vivo. La lluvia cae incesante, de vez en cuando es relajante, sin embargo las gotas caen con tanta intensidad que dan la sensación de ser lanzadas por un asesino profesional que solo pretendes desgarrarte la piel con sus cuhillos.

A lo lejos escucho una voz, por el sonido parecen ser cuatro, solo estoy buscando a uno. Empieza la cacería.

Atravieso la lluvia como si la vida me fuera en ello, el choque de mis botas contra los charcos de agua formados en la calle resuenan en todo el pueblo.

Al final encuentro a mi víctima, se encuentra riéndose con otros tres amigos, pero mi aparición ha hecho que estos se sobresaltaran. Siempre se me ha dado bien intimidar con la mirada, pero debo reconocer que esta aparición tan repentina me ha quedado genial.

Uno de los chavales me habla casi temblando: "¿Quién eres? Si estás buscando pasta tío ya puedes largarte".
O por lo menos eso es lo último que me parecío escuchar que dijo, ya que en las últimas sílabas me había llevado a mi objetivo y los otros tres chavales, desconcertados, gritan asustados.

Alejándome del lugar, llevo mi víctima a un callejón. Está llorando y temblando. Pero sin dudarlo saco un cuchillo y lo apoyo en su garganta sin perforar, aún no.

El chaval me suplica piedad, me pide que no lo haga y que me dará todo lo que yo le pida. ¿Pero de qué sirve eso si todo lo que quería me lo ha arrebatado?

Según van pasando los segundos me voy dando cuenta de que no merece la pena, de que aún puedo seguir adelante y dejarlo todo atrás. Suelto al chico y le dejo en el suelo, aún llora, pero yo me voy.

No he conseguido mi objetivo, no he conseguido acabar con él. Porque a pesar de que tenía ganas de matarle, a pesar de que tenía ganas de descuartizarle y mostrarle la auténtica justicia, no he podido hacerlo, porque yo no soy así.

Y por mucho que se lo mereciera, no sería capaz de hacerle daño ni al cabrón que se ha estado tirando a mi novia.