martes, 25 de agosto de 2009

-| Relatos del presente |- "El caminante"

Cuenta la leyenda, la historia, el mito, el cuento, o como quieran llamarlo, que existió un camino. Un camino tan largo, tan ancho y tan concurrido, que toda la humanidad cabía en él y, de hecho, todos hemos pasado alguna vez por él.

Los humanos, por naturaleza, recurren a la unión: algunos para fortalecerse, otros para sobrevivir y otros porque simplemente no le quedaba más remedio. Y en ese grupo se encuentra nuestro compañero de viaje (o eso cree el...), del que contaré esta historia.

Caminaba, caminaba, caminaba, nunca hacia delante, pero siempre avanzaba. El resto, tenía extrañas reacciones: unos simplemente miraban, otros ni eso, algunos reían e incluso había quien quería hacerlo como él, pero se aburrían a los 2 o 3 pasos y lo dejaban. Nuestro caminante no lo entendía, ¿cómo conseguían andar siempre hacia delante? ¿Y los pájaros? ¿Y las piedras? ¿Acaso no oían ellos cómo los llamaban? Los pájaros pedían que cantaran con ellos y las piedras, las piedras rogaban que las lanzasen lo más lejos posible, para después recogerlas y volver a empezar, aunque no siempre era así. Es más, nunca era igual.

El horizonte se tornó muy muy extraño... ¿Era aquello un cruce? Sí, ¡y qué cruce! Era mucho mayor que los que existían en el pueblo, aún mayores que los de la ciudad. ¿Cuantas salidas? ¿Solo os interesan los números? Pues no lo sé, serían al menos... 3, 4 o hasta 5, no lo sé, yo no estaba allí. Pero eso no era lo más extraño de ese cruce, lo más raro era que ahí acababa el camino y debías emprender otro, nunca parabas y nunca retrocedías.

Nada más verlo, todos aquellos que caminaban rectos, siempre hacia adelante, se pusieron nerviosos, empezaron a pensar a dónde debían ir y, aunque algunos acertaron, todos terminaron cogiendo el camino equivocado. El camino que querían, pero el equivocado.

El caminante, en cambio, iba tan distraído dándole patadas a una de esas piedras tan juguetonas, que llegó al cruce, levanto la mirada y, para la sorpresa de los que iban detrás, le dio una última patada a la piedra, sin mirar, para que ella decidiera a dónde debía ir...


El camino no es acertado, eres tú quien hace que sea así. Aun así, si lo haces a suerte, no lo hagas con cara o cruz, un dado es mejor, te da más posibilidades de perder...

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