miércoles, 14 de octubre de 2009

-| Relatos del presente |- "Recaída"

Sentado, en una posición un tanto extraña, cualquiera diría que había muerto. Pero no, lo mismo que le causaba la muerte, lo llenaba de vida. Él tenía muy bien aprendido que el precio de la vida era la muerte. El precio de la vida, no de la felicidad. Ese siempre fue su gran error...

Llevaba meses sin probarlo, por eso se regocijó de camino a la esquina, a la de siempre. Le pillaba un poco lejos de su casa, pero eso le dio más fuerza. Mientras caminaba le daba sus últimos trazos a la ideacción: Llegaría, y sin saludar, pediría lo que quiere.
Así fue.

Ya tenía su vida y su muerte en las manos, sólo debía mantenerse lejos de cualquier policía, a ninguno le agrada que el viviera(eso pensaba), y menos que viviera necesitando eso...
Sin problemas llego al banco de siempre. Ese banco roto que compartía con otros como él, ese banco situado a la trasera del parque, ese banco que iba a verlo morir...

Había intentado evitar su muerte, intento dejarlo, pero tenía la sensación de que también estaba dejando su vida. Necesitaba hacerlo de nuevo. Quizás si no lo hacía no podía morir, pero sin hacerlo no estaba viviendo. Esta vez había puesto todo su empeño, toda su fuerza de voluntad y todos sus amigos(que en realidad solo era uno) en intentar vivir sin volver a hacerlo.

Pero allí estaba, inyectándose muerte y vida a la vez, fumando lo que el llamaba felicidad, y esnifando más y más falsa esperanza. Ese día consumió más de la cuenta, ese día se gastó todo en intentar vivir, y a la vez se estaba matando. "He vuelto a caer"-pensaba mientras recuerdos, y algo que no eran recuerdos le pasaban por delante, aunque en vano, pues la velocidad con la le pasaban las horas por delante lo mantuvo entretenido hasta el último aliento.

Sentado, en una posición un tanto extraña, cualquiera diría que había muerto. Y sí, lo mismo que lo llenaba de vida, le causó la muerte. Él tenía muy bien aprendido que el precio de la vida era la muerte. El precio de la vida, no de la felicidad. Ese siempre es el error que cuesta una vida...

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