martes, 4 de enero de 2011

Consejos

"Recuerda chico: en todo lo que hagas, primero piensa y luego actúa".

Estaba cansado de escuchar ese consejo tantas veces y de tantas bocas. Lo cierto es que lo aplicaba, a su manera, pero lo hacía. Cuando tenía que contar hasta 10 antes de decir o hacer cualquier patujada, parece que las bocas nunca le dijeron nada, y actuaba una décima de segundo antes de decirse a sí mismo: "Soy realmente estúpido".

Cómo cambiaba la cosa cuando se trataba de actuar rápido. Se lo decía su entrenador: "Te sobran 2 segundos antes de soltar la pelota". Se lo decía él mismo: "Te sobran 2 días de comeduras de coco, antes de decidir no hacer nada, gilipollas". Se machacaba tanto con eso, que muchas veces fue su excusa para el primer caso, cuando realmente tenía que pensar.


Ahora se presentaba la ocasión. Allí estaba él, despidiéndose, escupiendo el último chiste malo, el último recuerdo hasta la próxima vez que se viesen, que no sería hasta pasados algunos días.
"¡Bésala!", le decía su cabeza. Mientras tanto él se olvidaba del tiempo, perdido es sus ojos color miel. Dos minutos son demasiados para estar parado al borde de un paso de peatones, y cuando el semaforo se puso en verde, ella se giró hacia él y lo besó. En la mejilla, por supuesto, y se dio la vuelta dispuesta a cruzar la calle.

"No puede ser. Se va a ir y me va a dejar aquí, con cara de póquer". Cuando empezó a caminar, en dirección opuesta a la de ella, recordó otro consejo, no tan escuchado: "Dar consejos es una forma de sacar el pasado del cubo de la basura, limpiarlo, ocultar las partes feas, y reciclándolo, dándole más valor del que tiene". No iba a dejar escapar el momento.

Sin pensarlo más, se dió la vuelta. Caminó hacia ella y la cogió de la mano. La acercó hasta él, actuando sin pensarlo lo más mínimo, sintió su cara junto a la suya, notó las respiraciones enfrentadas y pensó que no había cosa que deseara más en ese momento que ella.

Sin más, la besó en los labios.

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